Reducir el carbono incorporado en los bienes raíces
El entorno construido es responsable de aproximadamente el 40% de las emisiones globales de carbono. Estas emisiones se pueden dividir en dos categorías principales: el carbono operativo (28,5%) y el carbono incorporado (11,5%). El carbono operativo se refiere a las emisiones producidas por el funcionamiento de los edificios (calefacción, refrigeración, iluminación, energía y ventilación). El carbono incorporado se refiere a las emisiones producidas por la construcción y demolición de los edificios. Este incluye la producción de materiales, su transporte y la construcción e instalación. La optimización de estos procesos es clave para reducir el carbono incorporado en la construcción.
Por un lado, la reducción del carbono operativo es más sencilla. En primer lugar, el carbono operativo proviene en gran medida del consumo de electricidad, siendo más fácil de estimar. Y en segundo lugar, después de la construcción del edificio, se pueden reducir gradualmente las emisiones de carbono operativas, mediante tecnología y fuentes de energía renovable. Por ello, aunque el carbono operativo sigue siendo un problema, no es permanente sino que implementando nuevas tecnologías y mejoras con el tiempo se puede ir reduciendo.
En cambio, las emisiones de carbono incorporado son en gran medida irreversibles. Pese a que los edificios se pueden mejorar o renovar, sus componentes iniciales (el acero, el vidrio, el cemento) y los mecanismos constructivos empleados son permanentes, no se pueden revertir. El cálculo del impacto de la extracción, procesamiento, transporte y ensamblaje de estos materiales también es complejo y complicado. Además, hasta hace poco, reducir el carbono incorporado no ha sido un objetivo del sector.
¿Estamos finalmente en un punto de inflexión enfocado en reducir el carbono incorporado?
Existen varias corrientes favorables, tanto públicas como privadas, que sugieren un próximo cambio macro en el sector.
En primer lugar, la presión gubernamental y política.
En marzo de 2022, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) propuso una nueva regulación que requiere que las empresas públicas divulguen métricas de emisiones de carbono. Específicamente solicita a las empresas que revelen emisiones directas e indirectas (Alcance 1 y 2) así como aquellas asociadas con actividades ascendentes o descendentes. (Alcance 3, carbono incorporado)
Aunque esta regulación todavía no se ha implementado, una vez aprobada afectará a cientos de corporaciones públicas. Globalmente, más de 1/3 de las empresas públicas tienen objetivos de cero emisiones netas. No obstante, la mayoría de ellas no cuentan con métodos adecuados de seguimiento, sino que comparten sus objetivos de reducción de carbono en sus informes sin entrar en detalle. Cabe destacar que el 60% de las empresas que informan no incluyen objetivos relacionados con reducir el carbono incorporado.
Se desconocen los requisitos informativos que se determinarán para la presentación de informes de emisiones del Alcance 3. Sin embargo, parece inevitable que en los próximos años las empresas deberán medir y reportar las emisiones del Alcance 3. Y actualmente no existe un método estandarizado para hacerlo.
Además de propuestas generales, países o ciudades están implementado políticas para reducir las emisiones de carbono incorporado. Por ejemplo, Nueva York exige el uso de cemento de bajo carbono en proyectos públicos.
En segundo lugar, los inversores de bienes raíces están invirtiendo proactivamente en activos de carbono cero.
Según una encuesta de JLL, 3/4 de los principales promotores de bienes raíces planean invertir en activos de carbono cero en los próximos 3 años. Los activos de carbono cero neto superan en estos momentos a otras inversiones en energía renovable y a las compensaciones.
En tercer lugar, otros stakeholders del sector de la construcción están comprometidos con reducir las emisiones de carbono.
Oportunidades de reducción del carbono incorporado
Existen oportunidades para reducir el carbono incorporado en bienes raíces.
En primer lugar, hacer que los materiales existentes sean más “sostenibles”. El acero y el hormigón son los principales culpables. Representan respectivamente, el 6% y el 7% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. Una opción para reducir el carbono incorporado es modificar los mecanismos de producción, los materiales, las fuentes de energía o introducir mecanismos de captura de carbono.
En segundo lugar, invertir en el desarrollo de nuevos materiales. La madera en masa es el principal sustituto de materiales sostenibles. Pero también se están utilizando otros biomateriales como alternativas al acero y al hormigón.
En tercer lugar, invertir en mecanismos de construcción más “verdes”. La construcción industrial requiere un 67% menos de energía que la construcción en la obra y genera mucho menos desperdicio de materiales.
Por último, la implementación de tecnología y herramientas digitales. Existen nuevos sistemas que permiten optimizar los procesos constructivos, haciéndolos por ende más sostenibles. Es el caso de nuestro sistema CoSMoS: Concrete Strength Monitoring System, que gracias a la información en tiempo real que aporta sobre la evolución del fraguado del hormigón, se mejora la toma de decisiones, reduciendo los plazos de ejecución de estructura y con ello, los costes y el carbono incorporado.
En resumen, el enfoque en la reducción del carbono incorporado en el sector inmobiliario está ganando impulso gracias a las nuevas regulaciones, a inversiones proactivas y compromisos de diversos stakeholders. A medida que aumenta la conciencia sobre el impacto de las emisiones de carbono en la construcción, surgen oportunidades tanto en la mejora de materiales y procesos de construcción como en la implementación de tecnología que ayude a hacer más sostenible la construcción. Estamos en un punto de inflexión donde la atención a la reducción del carbono incorporado es fundamental para construir un futuro sostenible en el sector inmobiliario.